ANCIANIDAD FELIZ
Es inherente el proceso de envejecimiento en el ser humano. Cierto que conlleva una serie de alteraciones a nivel físico y psíquico, siendo más notorias a medida que andamos el camino de la vida. Buscar las causas que lo provocan es difícil, pero si podemos reducirlas a dos elementos primordiales: el mapa genético de cada persona y como hemos administrado nuestra vida. Así como el primer factor es incontrolable, nos viene heredado, inscrito en nuestros genes, el segundo está en nuestras manos.
Cicerón (106 – 43 a C), político, orador y escritor romano en sus Diálogos sobre la vejez afirma, que la ancianidad plácida y feliz, radica en la conducta juiciosa de los años mozos. La vejez es odiosa a muchos que carecen de los auxilios que son precisos para vivir contentos y felices. Más para los que buscan todos los bienes dentro de si y acatan las leyes de la Naturaleza, nada de lo que esta traiga, puede parecerles malo. La Naturaleza es la mejor maestra de la vida, lo observamos en la perfecta distribución de las edades de la vida sin descuidar la última jornada: la vejez y el final. El sabio reconoce y acepta que existe un principio y un fin.
Su postura ante la vejez es positiva, ya que no admite el desorden, el ocio, la inactividad, lamentarse ante la cercanía de la muerte y sobre todo que la vejez
no excluye al anciano de una participación activa en la vida. Si se requiere fuerzas para realizar trabajos de jóvenes y estas escasean, pueden ejercerse esos trabajos con la mente, induciendo al joven a su realización a través de los consejos pero sin olvidar un ejercicio físico apropiado a la edad. La memoria se debilita, cierto, pero se retrasa si seguimos practicándola. Tanto la mente como el cuerpo ha de estar siempre activo, encauzado a evitar la inactividad.
¿Pero como queremos vivir la vejez?. ¿Cómo necios o como sabios? Creo que todos queremos vivir y morir como sabios, para eso es necesario la ayuda del medio que nos rodea, porque el envejecimiento es cambiante, no es rígido, ni estático. Si miramos hacía el pasado, observamos que esta generación es distinta a la anterior, la siguiente será distinta a la que vivimos, cada generación será diferente, como diferente es la sociedad en que se desarrolla. Por eso la vejez no es ni será la misma.
¿De que manera se puede mejorar la vida de los mayores?
Si queremos que nuestros mayores mejoren su calidad de vida tenemos
que implicarnos todos, familiares, cuidadores, jóvenes, sanitarios, servicios sociales, ayuntamientos, ONG, bancos… esto por un lado y por otro lado intentar comprender sus necesidades, sus miedos, aceptar sus rarezas, enfermedades… respetando sus valores, que en todo momento serán diferentes a los nuestros, hacerles sentirse útiles. Porque son nuestros mayores y han dedicado por nosotros una gran parte de su vida.
Hemos de ser realistas y pensar que lo que hagamos por ellos de una forma altruista y desde lo más hondo de nuestro ser, redundará en beneficio de las generaciones posteriores y en nosotros mismos.
. En fin ayudar al mayor con todo aquello que le haga sentirse útil, para que la soledad no lo aísle y procurar hacerles la vida más llevadera, porque de alguna manera NO SOMOS INÚTILES.
Hola Guillermina,
ResponderEliminarpienso que llevas mucha razón en lo que dices.
Además los ancianos de nuestra sociedad son nuestra fuente de sabiduría, ya que tienen mucho que aportarnos con su experiencia y su día a día.
Tus entradas son siempre interesantes y el tema de hoy está muy llevado y traido por asociaciones que quieren sacar a los mayores de su casa, aún somos útiles y competentes en muchos campos. No hay nada mejor para una persona mayor, que no sentirse apartada u olvidada. Las nuevas tecnologias estan ayudando mucho a que nos comuniquemos con los demás, si nuestra movilidad es limitada.
ResponderEliminarNo me ha llegado la poesia.
Nos hacemos mayores y necesitamos como cuando éramos niños, cariño y atenciones. Pero para dar cariño hay que ser generoso-a y saber decir NO a muchos apeteceres. Si el egoísmo actúa, los ancianos se ven como un obstáculo para hacer lo que apetece...
ResponderEliminarCuando la vida de los no nacidos y de los ancianos no es sagrada, algo empieza a oler a podrido
Un abrazo, Nina
Hola Gema gracias por visitarme,tu blog me gustó mucho.El trabajo, las alegrias y las penas del día a día nos hacen ricos en sentimientos y sabiduria que conlleva la experiencia, cosa que por su juventud les falta. Saludos
ResponderEliminarEl tema está supertrillado, pero a esto si que hay que darle publicidad en los medios de comunicación,no a las estupideces que nos hacen (yo no los veo)ingerir unos señores llamados periodistas,¡Todo lo que se podría hacer en favor de nuestros mayores...! De esto sabes tu más que yo, por tu labor desinteresada que llevas a cabo cada día.
ResponderEliminarIntentaré mandarte mi hermoso poema por correo
Un abrazo muy fuerte Doña Finity
Carmen voy a copiar tu última frase, es concisa pero no puede ser más evidente e incuestionable.
ResponderEliminar"Cuando la vida de los no nacidos y de los ancianos no es sagrada, algo empieza a oler a podrido."
Justamente son los seres más indefensos y que más amor necesitan.
Un abrazo. Nina
Envejecer no es fácil quizás porque no nos preparamos para ello y además el entorno huye de los ancianos porque sólo ve en ellos un trabajo y muchas molestias y nadie piensa que tarde o temprano, si no estiramos la pata primero, todos llegaremos a ser ancianos y todos necesitaremos de los demás para llevar una vida digna.
ResponderEliminarMuy buen artículo Nina.
Un abrazo
jajaja perdona que me ria en un tema que muchos de los que escribimos,y aun nos faltan muchos años, estamos con una "pata aquí y otra allí". si hay algo que me gusta de ti es la franqueza llana, sin remilgos ni grandilocuencias, y siempre a la altura del más pintao.
ResponderEliminarPor eso me gusta tu blog porque siempre sabes estar y hacer, lo mismo te da hacer un post a una silla, que realizar una entevista a una escritora.
Ya se encontrán la misma o peor situación. Cicerón lo dice muy claro: que la ancianidad feliz depende de la conducta juiciosa de los años mozos.