domingo, 14 de abril de 2013

¿ NO PUEDE SER VERDAD?

Me encontré entre los post publicados en el año 2006 un blog con el título Navalvillar de I
bor  (EXTREMADURA) con un mensaje pidiendo ayuda para crear un refranero popular, y me ha parecido interesante el redactar un trozo tomado de cualquier sitio mezclando palabras extremeñas y andaluzas.
He visitado vuestro blog y  visto que aun buscáis palabras nuevas y he comprobado el diccionario y habéis
 realizado un trabajo maravilloso digno de imitar.
 Señores de Navalvillar de Ibor si os molesta no tenéis más que decirlo y será eliminado, mejor dicho guardado, porque mi intención es solo unir dos lenguas que tienen palabras iguales.



El chilindrinas del tio Manué antier estaba hecho un zarrastrajo porque había estado de chirrichofa con el chacho que vivia en el laero,al ver la hora pilló un repullo y encima uno de los merguizos, que esta como unaspa enua, achorchó un globo jurraco y formó un farfollo de muy señor mio.Aluego

endispue nos fuimos yo y el merguizo a la chirrichofa que nos había invitado  cacola, de modo que entallamos el camino y fuimos a ca el escocio que se iba de virote "pa que invita si se va de virote"? se había jartao de pringas que le habían traido de Cáceres y de Grana.
En vista de que no comíamos la chanfaina,  nos fuimo a ca el escocio que estaba haciendo jorroclocos a su muejer y por no molestarlos le dejamos los achimpenres  en la puerta y nos fuimos a comer alcaueses  a la jesa y dormir la zaratan


Noche Del Amor Insomne


Noche arriba los dos con luna llena,
yo me puse a llorar y tú reías.
Tu desdén era un dios, las quejas mías
momentos y palomas en cadena.

Noche abajo los dos. Cristal de pena,
llorabas tú por hondas lejanías.
Mi dolor era un grupo de agonías
sobre tu débil corazón de arena.

La aurora nos unió sobre la cama,
las bocas puestas sobre el chorro helado 
de una sangre sin fin que se derrama.

Y el sol entró por el balcón cerrado
y el coral de la vida abrió su rama
sobre mi corazón amortajado.

FEDERICO GARCIA LORCA


                                                            EL AMA

Yo aprendí en el hogar en qué se funda
la dicha más perfecta,
y para hacerla mía
quise yo ser como mi padre era
y busqué una mujer como mi madre
entre las hijas de mi hidalga tierra.

Y fui como mi padre, y fue mi esposa
viviente imagen de la madre muerta.

¡Un milagro de Dios, que ver me hizo
otra mujer como la santa aquella!
Compartían mis únicos amores
la amante compañera,
la patria idolatrada,
la casa solariega,
con la heredada historia,
con la heredada hacienda.
¡Qué buena era la esposa
y qué feraz mi tierra!
¡Qué alegre era mi casa
y qué sana mi hacienda,
y con qué solidez estaba unida

la tradición de la honradez a ellas! .....   


                                         JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALAN                                                               


sábado, 6 de abril de 2013

UN PEQUEÑO CAPÍTULO SOBRE EL PARAGUAS

                                                  UTILIDAD DEL PARAGUAS
Asisto, ensimismado, al desfile de paraguas que tiene lugar en la calle. No veo nada más que esas figuras hexagonales de colores, los codos y las piernas de quienes los portan como un estandarte. A veces me sorprende una gota que golpea con furia la tela y sale despedida en mil pedazos hacia el suelo encharcado. La lluvia y sus formas poéticas. ¿Existe una figura literaria más potente que la lluvia? ¿Quizás un paraguas roto que ya no alcanza a hacer su función? 

















Los hexágonos de colores se mueven descontrolados ahí abajo mientras yo, refugiado en la ventana de esta biblioteca, observo la danza correosa que protagonizan. Veo uno de color rojo bajo el que me imagino una mujer fatal. Uno de esos labios carmesí de pantalla de cine. ¿Cuánto valen los tópicos? También hay uno grande y blanco, cuya forma desde lo lejos parece más bien octogonal, sobre el que se distinguen tipografías de periódico. Por la vestimenta que se adivina de cintura hacia abajo, es casi seguro que lo porta un hombre. Al parecer, buena fachada. Tal vez la figura de un escritor fracasado, un periodista que inventa noticias o un corrector de estilo que acude decidido a asesinar al último novelista que ha pasado por sus manos un pintor que pinta angelitos axesuados con pelitos rizados rubios como el oro. 
















La plaza, que se acurruca bajo el edredón de la lluvia, se ha convertido en una cabalgata de formas de colores que van y vienen. A la altura de la parada de autobús, en cambio, el desfile adquiere carácter de formación militar. Los colores se solapan y parecen sobrexcitados, corriendo de un lado a otro rápidamente. La localidad, que antes fue dormitorio, ha pasado a ser una ciudad paragüero. En mitad de la plaza avanza lo que por su andar lánguido y gradual parece ser un anciano. No alcanzo a verle más allá de mitad del pecho. Todo lo demás lo cubre un sobrio paraguas de luto. Sí consigo ver que va bien vestido, incluso la corbata añil encajada entre las solapas grises de su traje. Elegante, parece acudir lentamente, como si no quisiese llegar nunca, a su propia vigilia. Calculo que ya no debe andar muy lejos de allí. 















En contraposición, a su lado se acaba de cruzar la vitalidad de un Mickey que corre, salta y salpica el agua de los charcos a su madre, la única mujer que anda descubierta, como si disfrutase de la lluvia en su rostro de agua y rímel. El viejo parece decir algo, ha estirado la mano saludando a la pequeña, que lleva un abrigo rosa, y cuyos gritos alborozados atraviesan el cristal grueso de la biblioteca. Me imagino una leve sonrisa en el rostro del anciano, mientras rememora el tiempo en que él era quien correteaba con el paraguas de alguno de los superhéroes de la época. O las tardes de otoño, cuando jugaba al fútbol encima de los charcos, imaginando que salían victoriosos del césped calado del Vicente Calderón. 







Un paraguas puede simbolizar cualquier cosa que puedas imaginarte. Bajo un paraguas puede esconderse el llanto del desamor o puede brotar una amistad. Alguno de estos hexágonos de colores mantiene seca una historia, mientras alguien lee. Bajo un paraguas se puede hacer el amor, de muchas maneras, pero también se puede romper el mismo. Los días de lluvia son propicios para ambas cosas. Y para la literatura. También pueden inspirar una sinfonía, gota a gota, o hacer que algún escritorzuelo junte cuatro líneas seguidas. Sólo es necesario alguien que sepa mirar.

Recibido por correo Guille